El 21 de abril en México se celebra el Día de la Educadora, para honrar a
quienes dedican su tiempo y esfuerzo al cuidado y educación de los niños en edad
preescolar. El origen de esta celebración se remonta al nacimiento de Federico
Froebel, pedagogo alemán nacido el 21 de abril de 1782, considerado el creador de la
educación preescolar y del concepto de “jardín de la infancia”. Fue en 1837 cuando se
abrió la primera guardería, inspirada en su visión, donde las niñas y niños eran vistos
como pequeñas plantas en un jardín, y las educadoras como jardineras que cultivaban
su crecimiento y desarrollo. El trabajo de una educadora constituye un pilar
fundamental en la construcción del pensamiento, los valores y las primeras nociones de
aprendizaje significativo. Va mucho más allá del simple cuidado físico. Son las
constructoras de los cimientos del conocimiento, las guías que despiertan la curiosidad
y fomentan el aprendizaje desde los primeros años de vida. Es una aventura llena de
desafíos y recompensas únicas. Más allá de ser una profesión, es una vocación
apasionante que demanda capacidades y conocimientos específicos para enfrentar los
retos diarios con éxito y guiar a nuestros alumnos hacia su desarrollo integral. Es
desarrollar la capacidad constante de adaptación frente a las necesidades de las
infancias en su proceso de desarrollo.
Entonces, ¿realmente quiero ser educadora? Sí, contesté sin tener duda alguna.
Sin saber todo lo que estaba por venir. Todo comenzó el lunes 29 de agosto del 2022,
al entrar nuevamente, después de largos diez años, al salón que durante un ciclo
escolar fue mío. Me hizo recordar lo bonito que fue estar ahí. Claramente hubo algo en
mí que me hizo elegir revivir esos momentos, recordar a maestras y maestros que
dejaron una linda huella en mi corazón. Y sí, escogí esta carrera. Empecé con
sentimientos encontrados. Saber que era una carrera mayormente de mujeres me daba
miedo por experiencias pasadas, sin embargo, decidí dejar ese miedo atrás.
Transportarme dos horas desde mi casa a la escuela y de regreso es agotador. Durante
el primer semestre todo fué lindo; conocía lo que implicaba ser educadora, condocentes que te mostraban la belleza de enseñar a pequeñas personitas. Escuchar a
maestras activas compartir sus experiencias era inspirador. Muchas personas hablan
sin saber lo que realmente significa ser educadora. Usan la frase: “Fácil tu carrera, solo
juegas con niños”. Pero claramente no es así. En la primera jornada de prácticas
estaba nerviosa por tener por primera vez un grupo bajo mi control. Nada quita lo
emocionante y desesperante que es preparar material, pensar si saldrá bien o mal. Son
muchas las cargas durante el proceso, pero sin miedo, lo afrontas y sin darte cuenta,
las semanas de tus primeras prácticas como docente frente a grupo terminan. Nadie te
enseña lo difícil que es despegarte de tu familia e irte a un lugar poco conocido para
realizar prácticas. Siempre está el temor de que te toque una “docente mala”, y la vida
está llena de obstáculos que te hacen cuestionarte: “¿realmente quiero esto?”.
El miércoles 2 de abril me lo pregunté de nuevo: ¿realmente quiero esto? Con
lágrimas en los ojos, sentada sola en un lugar lejos de casa, me sentí frustrada por
querer salir corriendo y regresar. Nadie te prepara para eso. Ser docente es enfrentar
grandes desafíos y obstáculos. Pero si algo me demostró esa situación, fue lo fuerte
que soy. Estar ahí no es “fácil”, pero a pesar de todo, siempre estaré orgullosa de eso.
Cada sonrisa y cada aprendizaje que los niños obtienen de mí me motiva a ser mejor.
El amor que contagian los niños es inevitable. No valía la pena salir corriendo, sino
demostrar que puedo con eso y con más. Ahí es donde entra mi vocación como
educadora: tener siempre en mente que habrá altas y bajas, pero nunca rendirse por
los sueños. Lo mejor es ver a quienes están a tu lado, esas personas que te
apoyan: tu familia, tus docentes y sobre todo esas amigas que, aunque al
principio generaban miedo, hoy son parte de este camino.
Y SÍ, REALMENTE QUIERO SER EDUCADORA. PORQUE EDUCAR ES
DEJAR HUELLAS EN ALMAS QUE AÚN ESTÁN POR DESCUBRIRSE. Y EN CADA
UNA DE ELLAS, NUEVAS COSAS ESTÁN POR VENIR, SIN IMPORTAR LA
DIFICULTAD QUE CADA UNA LLEVE CONSIGO SIEMPRE ESTARÉ AHÍ AMANDO
ESTA LINDA CARRERA.